MERCEDES LA MILAGROSA
Vuesa merced quisiera comprender cuan grandioso poder sería capaz de albergar vuesa alma. Pues no es bien recadero de aquel que cuando busca no haya, sino del distinto que busca consuelo bajo abrazos ajenos. Desdichados son aquellos que venden su alma a mercaderes del tiempo.
Vuesa merced quisiera contemplar la dureza de la vida, una cuya alma libre se hallase en paradigmas naturales del querer. Bien ha de saber que en lo más profundo de las entrañas de la Tierra se encuentra su más tierno amado. Aquel que no habla, pero sí siente.
Vuesa merced quisiera corregir su posicionamiento a gracia de Dios, pues sin él no hallará la salvación de la que tanto nos habla Juan. He de atreverme a insinuarle a su persona cuan distintivo posee su corona, y no es sino de plumas su composición, cual cordero sin lana.
Vuesa merced quisiera contar los días de la prójima, no por interés, ni por polvo dorado que habrá de gastar. Sino por rogar la salvación de su querido amado que bien ha de aventurarse en días de tinieblas bajo la presión del divinísimo hijo.
A vuesa merced escribo, a vuesa merced me dirijo, a vuesa merced anhelo, a aquella cuyo alma al santo lo hace pecar de envidia y el impío no entiende, pues no es más que la más triste de las realidades, la más triste de las verdades, la más triste paz.
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